Siempre hemos tenido un raro doble estándar hacia los no-humanos. Construiremos elaborados hábitats para hamsters y los vestiremos con pequeños trajes, pero envenenaremos a una rata sin pensarlo dos veces. En medio de la batalla de esas reglas arbitrariaS es fácil perder rastro del hecho que algunas de las pestes más odiadas son las que menos lo merecen. Aquí estamos para reconsiderar.
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