El sector espacial empieza a preguntarse por qué no se evitó la colisión entre un satélite estadounidense y otro ruso que ha producido al menos 500 trozos mayores de 10 centímetros que permanecerán muchos años dando vueltas a la Tierra como basura espacial y suponen un nuevo riesgo para otros satélites y para la Estación Espacial Internacional.
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