Artículo de Pilar Rahola en La Vanguardia sobre la vida y muerte de Vicente Ferrer. La muerte siempre es un vacío. Un vacío tosco, siniestro, cuya ausencia de todo la convierte en el silencio más inquietante. Por supuesto, son muchas las reflexiones que impone la muerte, y algunas tienen el sentido de la vida. Pero ante su fría constatación, cuando no es una abstracción filosófica, sino un cuerpo inerte conocido, una mirada quebrada para siempre, el último vestigio de alguien que tuvo esperanzas, ilusiones...