A las 5:29 de la mañana del 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México, en un lugar conocido como Álamo Gordo, el ser humano iba a mancillar para siempre este mundo con el fruto podrido de su inteligencia. Elevado sobre una torre de acero a veinte metros del suelo, un ingenio diabólico estaba a punto de desatar toda su fuerza destructiva. (...) La Prueba Trinity había sido un éxito, y los científicos aplaudían reían o lloraban, sabedores de que con aquella prueba podían dar por finalizada su misión.
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