Por supuesto que uno puede quejarse. Y protestar. Y colapsar un país. Si un colectivo siente que sus derechos son sistemáticamente aplastados debe rebelarse, claro que sí. Puede hacerlo de forma violenta o no violenta (allá cada cuál), intentando dar la mayor visibilidad posible a su problema. Pero, para que la estrategia funcione correctamente, es fundamental (a) que la llamada de atención sirva para sensibilizar a favor de la causa y (b) no ser objeto de una manipulación encubierta.
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