Cuando Alemania era modelo positivo, sus servicios de correos y paquetería funcionaban sin contratiempos, los trenes llegaban puntuales y los presupuestos y plazos de obras se cumplían. Olvídense de aquello. La cancelación de la guerra fría y sus obligadas emulaciones sociales, así como la aplicación de geniales reformas sociolaborales, han dado lugar a otro país en el que cada vez se trabaja peor. Si se observa el panorama de grandes obras públicas empantanadas, algunas de ellas manifiestamente innecesarias, habría que hablar de gran juerga.
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