Hasta hace poco la Liga Árabe miraba siempre a otro lado mientras sus miembros mataban a civiles. Ahora ya no; al menos no siempre. Cada nuevo líder que se disponga a reprimir ya no puede estar seguro de que sus colegas le apoyarán sin fisuras. No es un avance inmaculado -no hay nada ideal en política internacional- pero es significativo y solo puede ser bienvenido.
|
etiquetas: liga árabe , siria , democracia