En primer lugar, el oro es un metal que apenas reacciona con el entorno, lo que significa que no se corroe fácilmente. Ni el agua, ni el aire van a oxidarlo, y sólo algunos compuestos como el mercurio, con el que reacciona para dar lugar a amalgamas, o el ácido nitro-hidroclórico pueden disolverlo. De hecho, los alquimistas llamaban a este último compuesto a aqua regia por ser el único líquido que conocían capaz de disolver un metal tan noble.
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