Muchos ritos y costumbres todavía hoy practicados en ceremonias nupciales fueron concebidos originalmente para proteger a los novios de influencias malignas. Quizás el talismán más universalmente empleado aún es el velo. Se usaba como disfraz para esconder a la novia de los espíritus diabólicos, y también como manto protector contra el mal de ojo. Los chinos tienen particular cuidado con las presencias malignas durante lo que ellos consideran el "periodo del limbo".
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