Ya no hay flores porque sí. Ni beso de buenos días. Ni de buenas noches. Ni cine los jueves. Ya no cierras la puerta del baño. Ni te arreglas para dar una vuelta. Ya no la esperas en su portal. Ni apareces por casualidad. Ya no inviertes más tiempo en ir y volver que en estar. Porque ya no merece la pena. Ni apetece demasiado. Ya no compartes paraguas. Porque ya no es práctico. Y no estoy hablando de hacer corazones en San Valentín. Hablo de pequeños gestos que marcan la diferencia, como diría Julio, y lo sabes…
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