Hace poco denunciaba Irene Lozano en este periódico la ola de antipolítica que amenaza con inundarnos, y sostenía que ese asco de la política era sobre todo visible en los medios de la derecha, pero no excluía a toda la fauna mediática e intelectual. Llevaba razón. Tras la penúltima explosión de corruptelas políticas, yo mismo publiqué en esta columna un desahogo titulado Yo me bajo en la próxima. Como todos los desahogos, estaba lleno de santa ira; como todas las santas iras, era pecaminoso, impresentable: no importa que sus premisas...
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