Raimon, empapado de sudor, se enfundó la guitarra bajo el brazo. Las octavillas volaban por el recibidor de la Facultad de Políticas y Económicas. Los 6.000 estudiantes dejaron de aplaudir y comenzaron a salir al fresco de la tarde de mayo. Fuera, ya esperaban los grises. “¡Manifestación!”, vocearon los cabecillas universitarios antes de que las porras les obligaran a dispersarse; la mayoría bajó a la carrera por la calle de la Princesa.El próximo 22 de mayo, en el auditorio de la Facultad de Medicina quedará de relieve cuánto ha cambiado todo
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