A principios de los años ochenta, un miembro de ETA con un ojo morado fue conducido ante un juez de la Audiencia Nacional, que hace años no está en activo. El magistrado, al ver al etarra, preguntó: ¿Qué le ha pasado? ¡Vaya ojo tiene!. Como el terrorista no respondió, el juez repitió la pregunta, y el policía que le custodiaba explicó: "Es que se ha tropezado y se ha golpeado con un armario".
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