(...) En la Barcelona del siglo XV, empezaron a permitirse la existencia de algunos burdeles en calles concretas, sobre todo en la zona del Raval. Una tradición que aún se conserva en nuestros días. Para delimitar dónde podía encontrarse una casa de lenocinio, teniendo en cuenta el nivel de analfabetismo reinante, se empezaron a usar unas señales, como balizas sicalípticas. Este símbolo era la cara de una mujer esculpida en la piedra de las fachadas, generalmente las esquinas de las calles.
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