Bien entrado 2012, allá por marzo, recibo una llamada telefónica desde Vodafone por la que muy amablemente se me informa de que les debo la nada despreciable cantidad de 365 euros. -Disculpe, debe haber un error. No pueden ustedes cobrarme ninguna permanencia porque no llegamos a tener servicio en ningún momento. -No, no me ha entendido usted, caballero. No le cobramos ninguna penalización, nos debe ese dinero por los equipos. Según consta en el sistema se los quedó usted.
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