No hay dioses ni demonios que expliquen esos desastres. Asisto en persona a uno de ellos, aquí en el centro de Sendai, Japón. Esto se llama Geología. Estoy en un refugio improvisado en una escuela en el barrio de Omahi, en puro centro de la ciudad. Hace algo más de cuatro horas estaba en mi despacho de profesor Invitado en la Universidad de Tohoku. Todo estaba en orden después del susto de hace un par de días en que la tierra tembló, nos levantó de la silla, pero no nos sacó a la calle.
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