La NASA necesitaba un paisaje geológicamente diverso, accidentado y crudo, desgarrado y aporreado, y que aún tuviera cicatrices distintivas de un pasado bullicioso. Arizona tenía muchos cráteres existentes, cañones expuestos, conos de ceniza volcánica y campos de lava para probar a las personas, trajes, vehículos y equipos de la NASA. Traducción del texto en
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