"Es curioso los años que tuvieron que pasar para que me diese cuenta de la monstruosidad que cometía tirando gases a los poblados moros", recuerda el aviador. Las bombas, de 100 kilos cada una, procedían del arsenal de Cartagena y se hizo cargo de ellas el entonces capitán Planell (que fue después ministro de Industria con Franco), al que se le dio el rimbombante título de jefe de la guerra química.
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