Le agradeció a su madre, a su padre, a su novia, a su tío –quien le regaló la guitarra con la que empezó su carrera musical– y a los organizadores del concurso. Pero no a Dios. De eso se dio cuenta un periodista que en rueda de prensa le preguntó por qué –a diferencia de los futbolistas, los políticos, los artistas y otros similares– no lo había hecho. Y Francisco respondió, simple y sencillamente, que era ateo y que por ello no lo había hecho.
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