La crisis económica afecta también a la Iglesia católica alemana, que ha visto aumentar el número de feligreses que la abandonan oficialmente con el fin de evitar el impuesto eclesiástico. Esta tasa es obligatoria en Alemania para todo aquel que no declare oficialmente que reniega de la fe cristiana. Es decir, la Iglesia castiga con la excomunión el impago del impuesto eclesiástico.
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