Lo realmente peligroso de los círculos viciosos es que es casi imposible romperlos. La crisis ha pegado un tajo radical a los ingresos de los países, así que las cuentas (el déficit, el sacrosanto déficit) no cuadran. Y ahí están los mercados para vapulear al incumplidor. El miedo a un ataque especulativo contra la prima de riesgo del país en cuestión lleva a su Gobierno a plantear un plan de ajuste para obtener la protección de Alemania y frenar la andanada.
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