Cabinas que no se usaban, teléfonos escondidos en edificios oficiales o líneas que remitían a un aparato roto. Un ayuntamiento de Alicante ha encontrado un buen filón para reducir su gasto. Ha hecho falta una crisis sin escrúpulos para que los gobernantes valoren lo que han tenido y de lo que pueden prescindir. Es el caso del Ayuntamiento de Redován (Alicante), que ha conseguido reducir el gasto público en 10.000 euros de un plumazo.
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