Esta vez no ha pintado uno de sus grafitis. Su obra es una instalación ambulante: un camión de transporte de animales por el que asoman las cabezas de decenas de simpáticos peluches mientras emiten sonidos. El camión hará aparición en lugares inesperados de distintos barrios de la ciudad. El lugar elegido para el debut fantasmal fue el distrito de Meatpacking, ocupado durante 150 años por mataderos y carnicerías que han sido sustituidos por locales de moda.
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