El 95% de la información que recibimos de nuestro entorno nos llega a través de los ojos. Demasiada responsabilidad para un solo sentido, por eso quien besa con los ojos abiertos no sabe besar. El gusto, el tacto y el olfato apenas se reparten el 5% de todo el festín. Las neuronas olfativas mueren y regeneran sobre una base regular, la lengua nos proporciona la percepción del dulce, salado o amargo, porque hay besos amargos también, y el tacto, el más primitivo de los sentidos nos aguarda en los peldaños inferiores de la escala animal.
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