Expertos en arte moderno explican que muchas subastas están amañadas por pujadores que lo único que buscan es que no se deprecien las obras de determinado artista al que ellos venden. Los millonarios que las compran lo llevan como cazadores de trofeos, lo viven como en busca del tesoro. Muchos artistas tienen talento, pero para generar titulares en los medios, ahí reside el quid. Así es un mundo al que le vaticinan que no le quedan más de cinco décadas de vida antes de que todo se deprecie brutalmente.
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