La postura de la Iglesia católica ante el matrimonio entre personas del mismo sexo es bien conocida: el único enlace bendecido por Dios es el que tiene lugar entre hombre y mujer, el amor entre iguales es contra natura. Pero este dogma no siempre ha sido así: durante la Edad Media se oficiaron en las iglesias cristianas las llamadas “bodas de semejanza”, enlaces “de hermandad” entre dos hombres y, menos frecuentemente, dos mujeres.
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