Artículo de Abel Ortiz sobre la cumbre de Washington del pasado día 15 de Noviembre. El funeral de Washington ha sido, como se esperaba, un éxito de público y crítica. El muerto, en su papel, calladito y sonriente en la caja de madera, era recordado por los asistentes entre bocado, buchito, y ocho minutos de intervención, como alguien que deja de herencia a sus sucesores la llave de la caja y la caja vacía. Deudos, plañideros, sablistas, inversionistas, conjurados, figurantes y demás familia, recalcaron las virtudes del cadáver.
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