Cierto es que los telediarios son muy largos como para ceñirlos solo a las noticias, ya que apenas pasan cosas en la feliz España, en la crujiente Europa y en el paradisiaco mundo. Pero que, ayer noche, un telediario ocupara sus diez primeros minutos en diferir las imágenes del juicio del presunto asesino de niños José Bretón, regodeándose en sus gestos, analizando su frialdad y hasta señalando el locutor o periodista o loro que Bretón “adoptó incluso un tono un tanto chulesco al responder al juez”, me parece un tanto indigno.
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