No fue Buñuel un personaje sencillo ni al que sus convecinos más instalados estimaran demasiado, especialmente cuando se significó como exiliado del franquismo y autor de películas tan complejas como demoledoras contra las convenciones sociales, las tradiciones dominantes y el espíritu reaccionario. Un ejemplo que añadir a la demostración de que nada es más rentable para un país que sus talentos artísticos. Pero eso ya lo dejamos por imposible frente a la cerrazón del poder y su sangrante asco por la cultura, la investigación y el arte.
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