A los votantes de muchas democracias avanzadas les disgustan cada vez más sus oponentes políticos, un fenómeno que se conoce como polarización afectiva. La creciente animosidad entre los electorados es particularmente desafiante en los sistemas multipartidistas, donde el gobierno depende más de las alianzas entre partidos. En este trabajo, examinamos el caso de España, una democracia multipartidista que exhibe uno de los niveles más altos de polarización afectiva entre las democracias avanzadas. Utilizando bases de datos de opinión pública y un
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