Los políticos locales estudian la inclusión del azúcar y las bebidas dulces en la lista de sustancias tóxicas y equipararlas a las bebidas alcohólicas o los cigarrillos. Además, se plantean gravar su consumo con una tasa que ayude a reducir la deuda desbocada que amenaza con llevar al estado a la bancarrota. Crear una nueva tasa que recargue con un centavo de dólar cada 0,2 litros de bebida dulce que se consuma en California podría dejar en las maltrechas arcas de Estado cerca de 1.700 millones de dólares al año.
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