Con miles de jóvenes tomando las calles, saqueando comercios y cometiendo todo tipo de actos vandálicos, además de dos muertos desde el pasado viernes, David Cameron se enfrenta probablemente a la prueba más decisiva para su inestable Gobierno. El primer ministro volvió ayer a Londres, interrumpiendo sus vacaciones en Italia, para frenar el caos que se ha adueñado de la capital británica y de otras ciudades de Reino Unido.
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