Los ‘ingenieros de la vida’ necesitan vocaciones. Dentro de dos años no habrá suficientes ingenieros agronómicos como para cubrir las bajas de aquellos que se jubilan. El paro no existe en esta profesión cuyas salidas laborales son enormes ya que trabajan en todos los ámbitos de la cadena alimenticia, desde la producción hasta la manipulación, el transporte y la venta.
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