Los principales responsables de los burdeles implicados en la operación Carioca invitaron a cargos de Extranjería y a sindicalistas en Lugo, para tenerlos de mano, a las fiestas privadas que se organizaban periódicamente en los locales de alterne. Algún cargo llegó incluso a presentarse en los clubes en coche oficial. No solo había miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que hacían la vista gorda, sino que con los dueños de los burdeles también colaboraban otra serie de personas de departamentos como Inmigración.
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