Porque frente a la complicidad de Cospedal y Sáenz de Santamaría con el ultracatólico anteproyecto, alguien tiene que canalizar la voz de los discrepantes. "Es increíble que no existiendo mandato imperativo en el Parlamento, Villalobos en este caso tenga que pedir consentimiento para votar en conciencia. El dato ofrece una idea de la calidad democrática que tenemos al margen del color político", aduce un diputado popular menor de 40 años.
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