Cuando un estrepitoso sonido nos avise de que hemos topado con el suelo giraremos la llave y el candado quedará reposando en el suelo con su desgastado brillo dorado. En la persiana metálica solo quedará como testigo un papel con el epitafio: “cerrado por defunción”. Algunas personas crecen engañadas pues aunque el trabajo nos ayude a comer, a tener un techo y a conservar o aumentar nuestros lujos no nos ayudará a respirar ni nos enseñará a vivir, esa es la verdad.
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