No me gusta ser protagonista de las historias que relato, pero en este caso lo que aquí está escrito ocurrió de verdad. El hospital existe. Los buenos médicos también. La impresentable y fea Rotenmeyer es real. El centro concertado, una especie de chiringuito dejado de la mano de dios, creo que sigue abierto. Autora: Carmen Pérez
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