Su triste historia, aunque con final feliz, comenzó hace seis años, cuando unas vecinas lo encontraron abandonado y con un profundo corte en el cuello. Tras darle un poco de comida y una pastilla, Cholo -los niños que veranean en la zona le pusieron el nombre en honor de Pocholo Martínez Bordiú- desapareció de la zona sin dejar rastro. Unos meses más tarde, y ya recuperado, el animal regresó a la localidad marinera para hacer las delicias de grandes y pequeños.
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