Durante sus 50 años de fumadora, Edith Frederickson cuenta, que ha ido dejando de fumar en los restaurantes y bares, aviones y trenes, en la calle, etc. Pero, como de hace dos semanas, la Sra. Frederickson ya no pueden fumar en el lugar que ama más: su casa. Los defensores de la salud pública están siguiendo muy de cerca el tema para ver lo que ocurre en Belmont, abriendo un nuevo frente en su batalla contra el tabaco, que pretende imponer límites a fumar en edificios donde los inquilinos comparten paredes, techos y - lógicamente - aire.
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