Aun así, admito ser un político de mierda. Y merezco el juicio peyorativo y denigrante por mi decisión. Pero soy el mismo que ha defendido activamente que la democracia se enriquece cuánto más plural sea su representatividad y cuánto más participación directa reconozca a la ciudadanía. Ahora pasa hambre. De pan y democracia.
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