Una de las cosas más asombrosas del grafeno es que su descubrimiento no fue producto de consorcios academia-industria, ni del trabajo de una empresa acogida a beneficios tributarios a la I+D ni producto de una “ciencia impulsada por misión”. El grafeno se descubrió en un laboratorio universitario y fue el producto de la curiosidad de dos investigadores. No estaba en la “agenda oficial” del laboratorio, e incluso se desarrolló en lo que sus descubridores llamaban “experimentos de viernes por la noche”. Ciencia motivada por curiosidad...
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