Corría 1960 cuando él y su jefe-piloto Elio Zagato, en ausencia aún de tunel de viento, tuvieron que poner a punto codo con codo el nuevo Alfa-Romeo Giulietta SZ concebido para la conquista de la temporada 61/62, pisando a fondo en la autopista Milán-Bergamo. Aquel académico hablaba de lo beneficioso que podía ser efectuar un corte radical, limpio, incluso en la dirección inversa a la caída trasera de la carrocería. Truncar la parte posterior para eliminar con ello las turbulencias.
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