En cierto modo, el brote de cólera en Haití era esperado. No porque el terrible seísmo del 12 de enero lo haya provocado, sino porque la mala y permanente situación sanitaria del país lo hacia previsible. De hecho, muchos especialistas creen que es un milagro que no se hubiera producido antes, en un país donde los ríos están contaminados de heces humanas, desperdicios de comida podrida, botellas, animales muertos y basura por doquier, un pequeño mar de inmundicias despreciables por toda industria de reciclaje de cualquier país.
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