En julio de 1994, K. B. fue ingresado en el hospital tras sufrir un derrame que le causó una parálisis lateral izquierda y dificultades en el habla. Lo más chocante fue la forma en la que K. B. empezó a hablar. Aunque su personalidad era ahora más impulsiva y vehemente en general, su habla carecía de elementos prosódicos: sonaba monótona y fría. Como si su voz fuera sintética. La tomografía computarizada indicaba daños en el área frontoparietal y en el cerebro derecho.