Estamos en un soleado día de verano y hemos decidido ordenar ese trastero lleno de polvo que tenemos que casa. Cuando entramos en la habitación lo primero que hacemos es estornudar por la cantidad de polvo que hay; lo segundo es fijarnos en la luz porque estamos viendo con perfecta nitidez los rayos de sol que entran con la ventana, un montón de brillantes líneas de luz que van desde la ventana hasta el suelo. Ésto que acabo de describir se llama efecto Tyndall.
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