Imagina un mundo en el que, para alimentarte, no necesites ir a la compra, ni cocinar, ni ir a un restaurante. En el que con sólo disolver unos polvos en agua y beberte el líquido blancuzco resultante ya satisfagas todas las necesidades nutricionales de tu organismo. O en el que ese líquido no lo tengas ni que preparar, porque llega a tu casa por las cañerías y basta con abrir un grifo para obtenerlo. Pues bien, ese mundo, que parece sacado de una película de ciencia-ficción, puede no estar tan lejos de convertirse en realidad.
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