La cuestión no es tanto por qué se rechazaron estas obras -que a la larga han acabado triunfando- sino por qué siguen inéditas obras magníficas que no triunfarán, que nadie más que el autor, la madre del autor y cuatro mejores amigos del autor disfrutarán. Y, sobretodo, por qué vemos cada año los escaparates de la librerías plagados de libros que son malos. Tal cual. Bodrios. Que su editor sabe que son malos, pero que está convencido -y no se equivoca- de que se venderán como churros.
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