En 1997, el Departamento de Defensa de los EEUU empezó su búsqueda de la familia de radios perfecta: radios definidas por software que, al igual que los ordenadores, pudieran ser reprogramadas para diferentes misiones y comunicarse con cualquier cosa que usara el ejército americano. Pero en lugar de eso, el programa se convirtió en un caos de desarrollo de hardware y software que duró 15 años, tirando miles de millones en tecnología que jamás verá la luz del día.
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