He de admitir que me enganché tarde a Breaking Bad y tuve que correr mucho para ponerme al día. Supongo que no seré el único que lo haya hecho. Y, aunque no haya sufrido siempre esa tensión de tener que esperar una semana (o meses, si acabó la temporada) al siguiente episodio no significa que no haya disfrutado como un enano. Las ansias por una nueva entrega de 45 minutos son angustiosamente divertidas, pero devorar horas y horas seguidas frente a la pantalla del ordenador también tiene su aquel...
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