La nave abandonada resulta que fue un floreciente concesionario de coches, y la "mugre" que le estorbaba al nuevo propietario eran vehículos nuevos de los años 90 que llevaban 30 años olvidados dentro de una especie de cápsula del tiempo. El dueño de la nave acababa de heredar varias propiedades y estaba como loco por venderlas sin importarle lo que había dentro.
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